miércoles, 13 de julio de 2011

MEDITACIÓN, ATENCIÓN Y PERCEPCIÓN


Hoy quiero compartir en este Blog un artículo de Guillermo Robledo sobre el funcionamiento del cerebro humano en situaciones de stress, adaptación al cambio y los beneficios de la Meditación para mejorar nuestra Atención y Percepción, una práctica facilmente aplicable a nuestra vida cotidiana.

Meditación, Atención y Percepción
Por Guillermo Robledo. De Psicobolsa.com

Los avances tecnológicos de las últimas décadas han permitido el avance en la investigación de los procesos implicados en muchas de las tareas cognitivas que realizamos cotidianamente. Técnicas como el "P.E.T" permiten un registro "vivo" de las cantidades de glucosa que las distintas áreas de nuestro cerebro demandan mientras desarrollamos una tarea concreta (leer, calcular, recordar, imaginar...).

Dichos avances nos permiten afirmar que durante la práctica de la meditación, se activan determinadas regiones cerebrales relacionadas con nuestra capacidad de atención (lobulos frontales y parietales). Pero quizá lo más significativo sean las reacciones producidas en el sistema límbico (una importantísima zona situada en la zona central del cerebro) y en el bulbo raquideo.

Paul McLean a partir de un estudio comparativo desde el punto de vista filogenético y el ontogenético, afirma que el cerebro humano está compuesto por tres "capas sucesivas" de edades muy diferentes en la historia de la evolución, siendo la más antigua "tapada" por las otras dos. Según este autor, nuestro cerebro estaría en realidad constituido por tres "cerebros":

* El cerebro reptiliano: el más antiguo, fruto de nuestro origen reptiliano, encargado de los mecanismos más "básicos" de nuestro ser: regula la respiración, el ritmo cardíaco, y las respuestas mas "viscerales" como el sueño, el despertar, la defensa del territorio, etc. 

* El cerebro límbico: fruto de nuestra diferenciación como mamíferos, refuerza y afina el papel de las funciones del reptiliano y mantiene el equilibrio fisiológico del organísmo. Regula la temperatura interna de nuestro cuerpo, equilibra la presión sanguínea el ritmo cardíaco, el nivel de azucar en sangre y está especialmente implicado en nuestras reacciones emocionales. Es el encargado de asegurar cuatro importantes funciones relacionadas con nuestra supervivencia: la alimentación, el apareamiento, la autodefensa y la agresividad (especialmente la amígdala como reguladora de las respuestas de cólera y defensa). 
* El cerebro cortical: Constituye la "cubierta" más joven desde el punto de vista evolutivo. Es el encargado de los procesos más "humanos", el pensamiento abstracto, la creatividad, así como de la inhibición de las reacciones primarias promovidas por las instancias más arcaicas (reptilianas y límbicas). 


El sistema límbico, situado en la zona central del cerebro juega un papel fundamental en la formación de nuestras respuestas emocionales. El hipotálamo es uno de sus elementos clave. Encargado de supervisar la puesta en marcha de procesos fundamentales, controla la hipófisis y se constituye en el director de orquesta de toda la actividad hormonal.


Las investigaciones mencionadas han demostrado que la práctica meditativa estimula determinadas regiones cerebrales relacionadas con nuestra capacidad de atención, así como una sutil activación de zonas del sistema límbico (cortex cingulado) que juegan un papel fundamental en la regulación de muchos procesos cognitivos y respuestas emocionales.


El investigador canadiense Dr. Hans Selye inició en 1935 sus estudios que dieron lugar a la palabra STRESS, basado en una intuición al observar que las personas enfermas o sometidas o una exigencia física o emocional, exhiben una fatiga e incomodidad características. Buscó y encontró la respuesta fisiológica de este estado llamado Stress, o Síndrome General de Adaptación que se produce ante cambios de cualquier tipo que superan nuestra natural capacidad de adaptación a los cambios.

Al iniciar los estudios científico fisiológicos de la meditación, se sabía que el lactato arterial aumenta durante el stress. Se comprobó que durante la meditación rápidamente disminuye el lactato arterial en un nivel 4 veces superior al de una persona cómodamente sentada en estado de reposo y 3 veces mayor que el estado de sueño fisiológico. Además al terminar la meditación aumenta el lactato arterial pero se mantiene en niveles inferiores al que había antes de comenzar la meditación.

Durante la meditación hay un aumento de la temperatura de la piel entre 0.4 a 1.6 grados centígrados, con un aumento del flujo sanguíneo muscular lo que explicaría la disminución del lactato arterial y la grata y subjetiva sensación de relajación al meditar. El corazón con menos esfuerzo envía más sangre a los músculos. Hay más positivos cambios fisiológicos durante la meditación, todo ello permite declarar que al meditar se está en un profundo estado de descanso en alerta mental, en el que eliminamos la "basura" y nos quedamos con lo esencial, todo el potencial de conciencia en estado puro, liberado de "limaduras espúreas" que nos alejan de nuestro objetivo (sea cual sea).

Es este DESCANSO EN ALERTA el que nos permite, después de la práctica meditativa y como resultado directo de ella, acceder a niveles de percepción y comprensión de estructuras y patrones que, de otro modo, permanecerían ocultos a nuestra percepción.